De niña siempre soñé con tener una casa de madera en el árbol, el árbol del fondo de la casa dónde pase todos mis veranos hasta hoy.
La casa nunca llegó, al menos no como yo la soñaba, asà que me la inventé en mi imaginación. Ventanas con forma de corazón, techo rojo y un tobogán a lo Rincón de Luz, les puedo asegurar que diseñé cada parte (spoiler alert).
Soñaba sin lÃmites, era mi lugar y todo era posible porque lo creaba en mi mente. Siempre fui solitaria, amaba (amo) jugar y conversar conmigo misma. Pase varios veranos soñando y creando en esa casa, no recuerdo bien cuando ni porque la empecé a dejar atrás…
Hace unos años, cargaba con muchas creencias, limitaciones y sueños que no me pertenecÃan (still working). El año pasado durante mi viaje a España, dónde tomé una de las decisiones más importantes de mi vida empecé a volver a esa casa, solo que todavÃa no lo sabÃa.
El 2022 fue un año de planos, tire algunas paredes que quedaban y ya no se sentÃan mÃas y empezó la renovación. Mi versión de 8 años con la de 30 se volvieron mejores amigas y acá estamos, construyendo a medida y soñando en grande, otra vez.
Agradezco a cada uno de los que formaron parte de estas 8760 horas que alguien decidió contenerlas en un año; y me agradezco a mi, por haberme vuelto a llevar a esos lugares que tan bien me hacen, cuidándome y respetándome.
Nunca tuve tantas ganas de celebrar un año y tanta emoción por el comienzo de otro. Aún con la partida de una de las personas más importantes de mi vida, mi abuela, que lejos de haberla perdido la siento más cerca que nunca.
El 2023 es un prólogo en blanco, lleno de nervios calmos que los siento revolotear en la boca del estómago, guiados por la intuición. Un camino incierto lleno de confianza.
Te deseo un año lleno de aventuras, sueños, amor y honestidad, honestidad contigo para atravesar lo que sea que necesites transitar en este momento.
Un abrazo,
Ana